viernes, 3 de mayo de 2019

Libertad de prensa



En este día se nos invita a fijarnos en el sentido y en las implicaciones de eso que se denomina libertad de prensa. Una realidad esencial y hoy en muchos lugares amenazada -e incluso de modo grave y a costa de la vida- pero que implica una serie de deberes éticos no siempre observados.

El profesional de la comunicación, el periodista, el publicista, etc., están llamados a sacar adelante su  tarea del modo más íntegro posible. Eso implica mantener un mínimo de independencia con respecto a los medios de comunicación  y sus intereses e igualmente, con respecto a todos aquellos que, de una u otra manera, piensan que pueden intervenir cuando una nota periodística les puede ayudar en sus propósitos más o menos legítimos o no.

Por otra parte, se trata de un profesional que, en ese deseable marco de libertad, debe comprometerse con la verdad, pero igualmente, hay un deber ser que se puede describir con algunos rasgos necesarios éticamente hablando, por ejemplo, un deber de autorregulación esencial en algunos casos, el respeto a la privacidad de las gentes con algunas excepciones (a saber, seguridad nacional, narcotráfico o terrorismo) y el compromiso por promover el bien común y ponerse de parte de los más vulnerables, sin olvidar, el deber educativo que está tras el quehacer del que informa.

En fin... derecho y deberes, como en toda labor profesional y por supuesto, otro detalle, último y decisivo, se trata del saber-hacer-bien, propio de cualquier propuesta deontológica mínima. Ello conlleva para el profesional, fundamentalmente, dos cosas: hacer la tarea con excelencia y tratar de cuidar una formación continua que ha de notarse en cada producto sometido a los lectores, escuchas o televidentes.

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