martes, 2 de abril de 2019

Andar por la vida sin soledad

Un día de estos leía que no es lo mismo estar solo que sentirse solo.

Y me parece preciso. La soledad puede ser descanso y relajamiento. Ocasión de hacer un alto y descansar o pensar.

La soledad puede ser ocasión de reencuentro con uno mismo, situación ideal de reflexión o bien, oportunidad para interiorizar y descubrir el sentido del devenir de cada dìa, de las luchas y de los éxitos y fracasos.

Lo positivo de la soledad elegida y disfrutada es que ubica, sana y centra,

Pero está la otra cara de la moneda. Ese sentirse solo que desconcierta, desespera y entristece.

Se siente solo el que un día se da cuenta de que desearía estar con otros y ello no ocurre. Que le apetecería conversar y no hay con quien. Que desearía un abrazo y ello no es posible.

Esa soledad hiere y afecta el rumbo y el modo de caminar por la vida de muchos. Tal vez más de la cuenta.

La primera soledad es un don y se disfruta. La segunda es una carga y se debe buscar que la vivan  pocos y, si no tocara, tratar de salir de allí con cierta gracia y creatividad.

Hagamos espacio a la soledad elegida. Cerremos la ruta personal y de los demás hacia la soledad que hiere.


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