domingo, 21 de abril de 2019

El enemigo? El otro y todo el que no piense como yo!

Tristemente hemos vivido un domingo pascual lleno de razones para sufrir, pensar y sospechar de la bondad de las criaturas que somos.

A pesar de ser una fiesta de vida y de plenitud, casi en coincidencia con la fiesta judía del Pésaj, llegamos este año a la fiesta de la resurrección de Cristo contemplando un río de sangre en Sri Lanka.

Una tristeza se desprende de contemplar tanta muerte de hombres, mujeres y niños que, por el solo hecho de vivir una fe y de celebrar el gran domingo pascual, fueron víctimas o contemplaron el terror en su más pura esencia.

Los responsables? Parece ser que se ha tratado de algún grupo islamista extremo. Consecuencia? Cientos de vidas truncadas y un rastro de terror que lo ha envuelto todo. Trasfondo? El terrible irrespeto a la persona humana, la incapacidad de aceptar al que piensa diferente o cree en lo que más le parece y, además, la certeza de que el ser humano puede llegar hasta límites insospechados de crueldad a la hora de hacer sufrir a los demás.

Con noticias como las de hoy se daña la imagen de lo humano que ahora, una vez más, queda asociada al salvajismo. Se daña el derecho humano a la libertad religiosa desde su raíz. Se daña la misma impresión que las religiones dejan, de esas realidades que, debiendo más bien dejar un rastro más conforme con lo pretendido por sus fundadores y más en coherencia con lo que sus libros dicen o bien, afirman sus creencias, con estos actos de locura acaban casi que confirmando lo que los detractores de la experiencia religiosa afirman por activa y pasiva, un día sí y otro también.

Ya es suficiente. No más supremasistas locos como en Nueva Zelanda ni radicales islámicos como los de hoy o los de antes en Egipto, Nigeria, Francia, etc.

Algún día se aprenderá la lección y empezaremos a ser menos salvajes? No sé... la historia parece decir que no aprendemos de ella y que, con frecuencia, el ser humano disfruta viendo sufrir a los demás o siendo algo así como lobo contra  sí mismo. Aunque está claro que no se pierde la esperanza de que alguna vez entendamos que con la paz todo se gana y con la violencia todo se puede perder.


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