Al proponer al filósofo como el que reflexiona para aportar ideas para generar cambios, también hace ver que pensar la ética exige un poco de imaginación desde el otro. Y sobre todo, del otro más vulnerable y obviamente la lista de los urgidos y los últimos de la sociedad es extensa.
Afirma esta profesora que si se habla de ética ello implica sentir... sí, esto dice. Y me parece un acierto. Sentir con el otro lleva a evitar que sufra, que esté solo o bien, que se sienta excluido. Ayuda ese sentir a ir del papel a la praxis. No hay duda que es una buena ruta para romper con la palabrería e ir a los hechos.
Hace ver además, que el tema mujer, la cuestión refugiados, el tema deterioro de estado de bienestar o bien, diversos tópicos de bioética están llamados a estar sobre la mesa de modo constante y ameritan todo tipo de consideraciones serias y bien hilvanadas.
Desde su perspectiva política trata de proponer y defiende una política capaz de optar por el bien común y de animar una educación capaz de incluir un ingrediente ético que sea más praxis que teoría.
En fin, parece interesante. Si desea leer más: Camps
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