martes, 18 de junio de 2019

Sociedades de hoy y el lugar de la religión



Vivimos tiempos en los cuales los cambios de todo tipo se suceden a velocidades que hacen muy difícil asimilarlos e incluso hasta notarlos.

La tecnología no cesa de anunciar cambios e innovaciones. Los equipos que hoy favorecen la información y la difusión del conocimiento se renuevan mes a mes. Los anuncios de cambios en el modo de la convivencia humana no dan tregua. Y los temas que versan sobre inteligencia artificial y la sociedad del mañana con sus nuevas realidades asociadas con la actividad de las personas, el mundo del trabajo y los nuevos modos de uso del tiempo y de expresar la convivencia parecen sacados de las páginas de Orwell o de Huxley.

Es la realidad que vivimos, nos guste o no. Y es la realidad que tendrán que enfrentar las futuras generaciones irremediablemente para bien o, también, para mal. Todo tiene sus claroscuros.

Y en todo esto, la dimensión religiosa qué lugar ocupa.

Es cierto que hoy hay una gran masa de personas que vive la vida de tal manera y asumen el tema de Dios y las religiones con tal ánimo que resultan ser, a la larga,  tópicos radicalmente innecesarios. Nunca han tenido una experiencia religiosa más o menos sana o madura y/o solo conocer el peor rostro de eso que dicen vivir o creer las personas religiosas o, al menos, lo que ellas dejan ver de su praxis personal o comunitaria.

Sencillamente se trata de un grueso número de personas que ni llegan a plantearse si son ateos o no, si son gnósticos o no. De manera impresionante han marginado el tema a la sección de los asuntos irrelevantes.

Ahora, en la sociedad de hoy y en lo que venga el mañana, a la par de estas personas hay otras que consideran el hecho religioso como valioso. Su experiencia se los hace ver, su formación se los confirma y pasan, no sin consideraciones adecuadas y críticas, de lado con respecto a todo lo que los medios masivos de comunicación dicen o afirman acerca de las religiones, sus luces y sus sombras, sus mejores expresiones y las peores.

Estas personas, me parece, tienen la dura tarea de hacer ver a la humanidad que les rodea que, ciertamente, aunque se puede vivir la vida sin una referencia concreta al tema religioso, ella experimentaría una ampliación significativa en su horizonte, si el mismo llegara a integrarse de alguna forma.

Ahora bien, es claro que en estos tiempos la experiencia que saca adelante quien cree, ha de estar caracterizada por una vivencia de la fe madura, formada, alegre, operativa y poco dada a proselitismos, intolerancias o agrias imposiciones. Igualmente, ha de ser una experiencia marcada por un alto ingrediente comunitario, una renovada capacidad para vivir el servicio por un mundo mejor y una sana manera de acercarse al mundo del ciberespacio para no caer en la trampa que ponen las disputas innecesarias o todo cuanto pueda caer dentro de la poco popular categoría de fundamentalismos rigoristas.

En definitiva, se trata de captar que en una sociedad como la presente, en la que el ser humano a veces tiene la idea de que es, finalmente, autosuficiente, la persona que cree ha de mostrar -empezando por su vida- que somos, realmente, mendigos. Nos creemos superhombres pero en realidad solo somos peregrinos por una historia que no se basta a sí misma y usuarios de unas innovaciones que generan confort y hasta una vida más fácil y hasta aceptablemente feliz, pero que no logran responder las cuestiones esenciales de la vida, los porqué o la  cuestión acerca del sentido. Allí es cuando nos queda rogar luces a ese Otro, sea cual sea la idea de él que poseamos.

La religión no es útil en el sentido más utilitarista del término. Eso no. Su necesidad es de otro orden. Sencillamente, es una ayuda para vivir. No todos lo captan así y incluso puede que ni lo necesiten, pero el que sí lo hace, el que percibe el hecho religioso como algo necesario, comprende desde el momento cero de su experiencia que si luego de ella se le preguntara, sólo podría plantearse una gran pregunta en su más profundo interior: "¿y cómo se puede no vivir así?".


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