lunes, 13 de mayo de 2019

Mayo 1968/2019

Una vez más al llegar mayo también viene la necesidad de recordar, reflexionar y releer acerca de aquel famoso mayo francés de 1968.



En medio de un verdadero cambio de época, una generación contemplaba su tradición y a la vez miraba lo que se estaba dando en la cultura y en las costumbres.

A la par del estilo de vida de los mayores, surgía el movimiento  hippie, la música era ahora propiedad del estilo de los Beatles o de Elvis o a lo sumo de los Beach Boys. Era también un tiempo de cambios en la manera de vivirse la sexualidad, el matrimonio, de valorar la familia y de considerar las instituciones como el Estado, las religiones o la universidad misma.

Parecía que había ahora un gran escalón entre una realidad y otra. Entre una época ida y la presente.

Fue así como se produjo la salida a las calles de jóvenes que reclamaban la necesidad de cambios. No querían ni tomar el poder. Sólo deseaban crecer en autenticidad. Y ello de cara a un estilo de vida que se rebelaba contra lo conocido hasta ahora y lo vivido por los mayores como lo más normal del mundo.

La consecuencia de aquello fue, de la mano de los llamados de atención de Marcuse, un giro  hacia una especie de precipicio en casi todos los campos. Aunque las gentes en las calles de París y de otras ciudades aquel mayo fueron casi todas provenientes de contextos de gente instruida, realmente no había mucha claridad ni de lo que buscaban ni de lo que realmente querían provocar.

Lo demás fue como una torre de naipes que se cae por su peso. Me atrevo a decir que los efectos perduran, los entendemos poco y curiosamente, el hombre unidimensional ha vuelto a imperar. Sólo que ya no hay nadie en las calles y todo el mundo parece estar de acuerdo en que la productividad y la tecnología son lo esencial y eso de pensar y de las ciencias del espíritu, además de las humanidades, ya son casi innecesarias. Y esto, incluso, en el mundo universitario donde aquel mayo del 68 se gestó.Y ni qué decir de ese extraño producto final que algunos llaman millennials.o Generación Y.

Vivimos un mundo desajustado, sin síntesis, sin reconciliación suficiente con la tradición y el pasado y en medio de una sociedad del conocimiento y de la información con un alma tecnológica que desprecia todo lo que es pensar, entender y rebelarse con sentido, es más, los que hoy representan la llamada nueva izquierda sólo hace de especie nueva de "navaja de Ockam" sin proponer gran cosa.

En fin, aquello de "prohibido prohibir"  o "seamos realistas, pidamos lo imposible" no han producido los frutos esperados.



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